Con Ronin (el primero que vi en la tienda fue el fascinante
nº 4) batí todas las plusmarcas de devolución de un tebeo habidas y por haber,
tal era el efecto de atracción/repulsión que despertaba a mis 12 años una
propuesta tan alienígena, en cuanto a forma y contenido. Para emocionarme y
darme ánimos, oía sin parar el disco “Faith” de George Michael, en especial la
canción “Moneky”. Después iba lanzado y lo compraba sin pensarlo. Y cuando
volvía a casa ojeándolo, me arrepentía enormemente… y mandaba a mi hermano pequeño
para que nos devolvieran el dinero y
pasara la humillación de escuchar al vendedor decir: “Pero niño. ¿Tú eres
tonto?”
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