Y si la semana pasada hablaba de
todas las veces que devolví Ronin, esta puedo afirmar orgulloso que jamás
devolví ejemplar alguno de Dark Knight…. Sencillamente porque no tenía huevos
de comprarlo. Fue con 11 o 12 años cuando un compañero de clase dijo un día
“Han traido un tebeo del Batman verdadero… ¡Y cuesta 400 pesetas!” –Cuatro
veces un tebeo normal-. El shock cuando le eché un vistazo fue tan abrumador
que incluso llegué a ver cosas que no existían. Por ejemplo: para mi mente
infantil, en la portada del nº 4 se veía un Robin dibujado estilo cubista en lo
alto de una montaña luchando contra una horda de punkis (!!!). Cuando, varios
años después, conseguí los 4 tomitos de Zinco, palabras como fascinación o pasión ni se acercan a explicar lo que me
entró por el cuerpo. Lo mismo que con Ronin, vamos.
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