Desde niño me sentí atraído por el terror. Películas,
naturalmente. Y también cómics que me miraban con mil y un horrores desde las
estanterías del quiosco. Vampus, Rufus, Vampirella, SOS y qué se yo. Mi primera
experiencia con el horror en tebeos fue con siete años y de la manera más
insospechada y a traición: un sábado noche, como cualquier otro, mis padres
fueron de visita a casa de unos amigos, allí, medio oculto bajo un “Diez minutos”
encontré el Super Mortadelo 143, que
incluía un cómic francobelga del que nunca había oído hablar, Ric Hochet, del
que se presentaba una historia (o solo un capítulo, que no recuerdo bien) titulada
“La noche de los vampiros” que devoré de principio a fin… para desesperación de
mis padres, que no entendían por qué esa noche me puse a llorar cuando apagaron
la luz. ¡¡¡¡Que shock!!!!
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