martes, 3 de enero de 2012

El Lector Furioso (I)

Antes de nada: ¡Feliz año nuevo! y ya se sabe, año nuevo, sección nueva, por eso abrimos este 2012 en el blog sucio con una nueva sección con un nuevo colaborador. Eso si, dada la ajetreada agenda que tiene, no se a ciencia cierta cuantas veces más se prestará a colaborar, pero intentaré que escriba algo cada X tiempo. Bueno, sin más os dejo con El Lector Furioso:



¿POR QUÉ SE HA PERDIDO EL PLACER DE DISFRUTAR CON UN TEBEO?

Comienza un nuevo año, y como hongos prolifera ese adictivo compendio de sabiduría inútil que son las listas de “Lo mejor de”. Si nos centramos en los tebeos y echamos un vistazo a lo que se cuece por la red, las diferentes clasificaciones que he tenido el ¿placer? de echarme en cara ofrecen una conclusión desoladora. Y es que, no me es posible comprender como en un año donde se han publicado obras que gozan ya del estatus de clásicos como “Cerebus: Iglesia y Estado”, “La odisea de la metamorfosis”, o “American Flagg!”, las susodichas estén encabezadas por monstruosidades del calibre de “Pagando por ello”, “Frank” o esa atrocidad en cuya portada se ven las jetas de dos viejos en círculos.

El problema de todo ello es cíclico, y tiene que ver con el acomplejamiento perenne del lector (y del autor) de cómics. Parece que para que una obra merezca respeto (y no de vergüenza reivindicarla en público) tiene que tratar temas profundos de concienciación social.

Yo digo ¡NO!

No es este un asunto nuevo. Ya en los 60 ocurrió una cosa parecida. Y en los 80. El problema que nos encontramos es que hoy día no existen autores que supongan el relevo de los Crepax, Moebius, Bilal, Claremont, Moore o  Miller de antaño, autores que creían en las inmensas posibilidades del medio,  y lo demostraban con grandes obras imperecederas.

Hoy ¿Qué tenemos? Un puñado de émulos de Robert Crumb, una reivindicación del ombliguismo más llorón, por gente que no sabe ni dibujar y que escuda su incompetencia en la elección del tema supuestamente profundo que, aún más supuestamente, confiere dignidad a un arte menor que ahora (según ellos y los cuatro iluminados de turno) por fin es considerado un arte adulto. Ya ni se llaman tebeos. Ahora son “Novelas Gráficas”. Denominación pomposa donde las haya, petulante y acomplejada.

Reivindiquemos la hilaridad que nos produce la desfachatez de “Holy Terror” de Frank Miller, alucinemos con los desbarres cósmicos de Jim Starlin, dejémonos arrebatar por el Chaykin más feroz y cínico, dejemos volar la imaginación con Valerian, o sumerjámonos en la Historia con “Murena”, “Los pasajeros del viento”, o “Los compañeros del Crepúsculo”, exijamos la edición de “Los archivos Vampirella” o la finalización de la publicación de “Hanzo, el sendero del asesino” o “Políticamente inaceptable”, babeemos con los dibujos del gran Frank Frazetta para el flamantemente reeditado “Johnny Comet”, disfrutemos en suma del placer de leer un buen tebeo.

Y al tebeo ese de los viejunos en círculos, que le folle un pez!.

EL LECTOR FURIOSO

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