martes, 13 de enero de 2015

Descubriendo Obras Maestras: The Puma Blues

Una cosa es inegable: Los 80 fue una GRAN década para el cómic en general y el norteamericano en particular. En los Estados Unidos florecieron las llamadas editoriales independientes, ofreciendo una alternativa sólida y de calidad a los tebeos de superhéroes que constituían el grueso de la producción tebeística norteamericana.


Fueron los años de Batman el señor de la noche y de Watchmen, sí. Pero también los de American Flagg, Cerebus, Love and Rockets y un larguísimo etcétera que tristemente, parece condenado a quedar para siempre inédito en nuestro país, ya que, pese al esfuerzo de algunas editoriales, el público español parece ser reacio a propuestas que se salgan de cánones rancios y preestablecidos. Y a los fracasos de Nexus, Cerebus, Elfquest, Jon Sable Freelance, Grimjack, Mage entre otras me remito.


Lo cual es una lástima, ya que obras de gran calidad parecen condenadas a no encontrar jamás la oportunidad de ser publicadas en nuestro país. Obras Maestras como Mr. Monster, la antología Taboo (ya comentadas), la arrebatadora serie de novelas gráficas Time2, Tyrant, el grueso de la obra de Rick Veitch y la que hoy nos ocupa, la extraordinaria, prestigiosa y desconocida The Puma Blues, publicada por el polémico y genial Dave Sim a través de su sello Aardvark One International, conseguida con bastante esfuerzo, gracias a la página amiga cómics que merecen.


The Puma Blues fue ya en su día, una rara (rarísima) avis en el mercado yanqui. Y es que lo osado de la propuesta no conocía parangón, al menos en el mundo de las viñetas. En un principio se nos mostraba un familiar panorama futurista deprimente (situado en el año 2000), en el que un atentado terrorista de extrema derecha había hecho desaparecer El Bronx con la detonación de un artefacto nuclear. El protagonista de la serie, Gavia Immer, es un soldado con un pasado difuso, pero que se adivina violento y conflictivo. Su misión consiste en vigilar el ecosistema de una Reserva Federal y teletransportar a un laboratorio que se supone está en China ejemplares de una extrañísima mutación de la manta raya, que tiene la capacidad de volar. Ni el pasado de Gavia, ni el origen de las manta raya voladoras, ni la naturaleza de su misión reciben explicación alguna. Antes al contrario: conforme avanza la serie se va haciendo más y más abstracta llegando en los últimos números a parecer una inédita fusión entre poesía e imágenes de fuerte contenido ecologista


Los escasos personajes que aparecen aparte del protagonista parecen tener una función más anecdótica que otra cosa: su superior aparece en unas breves viñetas, acompañado de una enigmática china por la que Gavia parece sentir una especial fascinación; un profesor de Universidad, activista ecologista, lo traicionará… solo para contemplar y fotografiar el vuelo de las mantas raya; un robot que pide a su ama la libertad, y se va a vivir en comunión con la naturaleza y es visto por última vez andando por el fondo de un lago; y sobre todos ellos el fallecido padre de Gavia, una presencia espectral que sólo aparece en imágenes borrosas de video, obsesionado con el Apocalipsis y las intervenciones alienígenas en nuestro planeta.


Como  hemos indicado la serie se va haciendo más y más impenetrable, sin que encontremos nada parecido a trama o que se le asemeje. Por poner un parangón, diremos que The Puma Blues comienza como una película de Terence Malick, para convertirse en algo similar en intenciones al film experimental Koyaanisqatsi , para enfilar en su recta final en algo así como una versión de Easy Rider guionizada por William Burroughs y Allen Ginsgberg (al que, por cierto, se homenajea expresamente). O si se prefiere: del disco Zombie Birdhouse de Iggy Pop al Gone to earth de David Sylvian y Robert Fripp. Todo ello dentro de un relato de paranoia muy próximo a Philip K Dick.


Una Obra Maestra, tristemente inconclusa ya que solo llegaron en su momento a publicarse 23 números de los 26 originalmente previstos. A ello contribuyeron tres factores: problemas de distribución (monumental la bronca que hubo en su época con la distribuidora Diamond Comics), de ventas (que eran bajísimas), y finalmente el inesperado abandono de la serie por parte de su guionista que, tal y como ha declarado había cambiado de tal modo que le resultaba imposible seguir escribiendo la serie.


Tras echar el cierre, sus debutantes autores (algo que cuesta creer vista la enorme calidad de Puma Blues), pudieron al fin saborear las miles del éxito:  el guionista Stephen Murphy se convirtió en uno de los guionistas más prolíficos de las temibles Tortugas Ninja, sin dejar de lado su faceta más comprometida (la desconocida miniserie Umbra). Por su parte el dibujante, un genial Michael Zulli, cruzó su camino con un tal Neil Gaiman y el resto es Historia: arcos argumentales de Sandman, la miniserie La última tentación de Alice Cooper, y otros trabajos que le dieron merecidísima fama. Y Puma Blues desapareció en el triste olvido…

...O no...
¡Hasta septiembre de 2015! Y es que, en la que puede calificarse una de las noticias del año, Dover Publications va a recopilar no solo los 23 números editados, y un minicomic de escasísima difusión sino que, TACHÁN,  ha logrado reunir a sus autores  que están trabajando en darle el esperadísimo final a una serie iconoclasta, difícil e imprescindible. Como he dicho ya, y diré las veces que haga falta UNA AUTÉNTICA OBRA MAESTRA.

EL LECTOR FURIOSO (PERO FELIZ TRAS LEER PUMA BLUES)

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