Una portada asquerosa y malsana,
que me evocó los tormentos de un tío Frank hecho jirones sanguinolentos y aún
palpitantes en el Infierno de los Cenobitas, es la peculiar bienvenida que nos
brinda este sexto tomo de Taboo.
En cuanto al contenido, sorprende
que más de la mitad de las páginas estén dedicadas a las series en curso (y que
quedaron todas ellas tristemente inconclusas, debiendo encontrar, en el mejor
de los casos, su finalización fuera de las páginas de la revista). From Hell sigue siendo la mejor de
todas ellas. Alan Moore se deja de pamplinas pseudomísticas y nos regala el
relato magistral, conmovedor y patético de las últimas horas de vida de la
desdichada Polly Ann Nichols, primera víctima de Jack El Destripador.
The Lost Girls, también de Moore, aún no había perdido su frescura
y nos ofrece un excitante capítulo, repleto de sana pornografía, humor y
soluciones visuales tan imaginativas como el cachondo e hilarante juego sexual
de las sombras, que se ofrecen como contrapunto maliciosamente irónico de una
pareja en crisis. Un 10, por cierto, para Melinda Gebbie, por el extraordinario
dibujo y color que, incido nuevamente, queda mucho mejor en papel satinado que
en el papel poroso con el que finalmente fue editada la obra hace unos años.
Y la tercera en discordia, Through the habitrails, no se queda
atrás en cuanto a excelencia. Dos grandes capítulos: De un lado, Futile Love, incisivo comentario sobre
las siempre complicadas relaciones hombre-mujer, con el agravante del entorno
laboral y que provoca en el lector un desagradable deja vu, pero no por la
historia en sí, sino por las reflexiones que su lectura provoca. De otro, Escape 1: El Muerte, demencial recuento
de un idílico paseo de una tarde libre que degenera en una regocijantemente
apocalíptica sesión de diapositivas alienantes.
Del resto, una aportación de Neil
Gaiman y otra de su hija (con 5 años), ambas solo para fans del autor de Sandman entre los cuales,
orgullosamente me excluyo ( y si teneis suerte, existe una tirada limitada de
Taboo 6 que incluye un encarte con un avance de la siguiente serie del duo
Gaiman-Zulli, Sweenie Todd, de la
que hablaré en Taboo 7), y sobre todo, la estupenda The cat woman returns, muy de agradecer recuperación de nada menos
que el primer cómic de Charles Burns, nunca antes publicado. Una fotonovela enfermiza y psicopática realizada
en 1979, que anticipa muchos de los logros de su estupendo, aunque últimamente
demasiado repetitivo, autor que nos ha
regalado algunas de las páginas más atractivas y oscuras del reciente cómic
americano y entre las que caben destacarse dos obras irrepetibles y maestras: El club de la sangre (incluida en las
páginas del tomo Big Baby) y la
colosal Agujero Negro, que encontró,
no por casualidad, su origen en las páginas de Taboo, como ya comentamos.
Y la semana que viene, más Taboo
con TABOO 7:MÁS NOCIVO QUE UN BOCATA DE PLUTONIO
By El Lector Furioso
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