Parapetado tras una salvaje
portada de Stephen Bissette que mostraba pesadillas personales y canibalismo e
infanticidio in progress, y una no menos terrible contraportada con
esqueléticos cadáveres apilados en un campo de concentración, Taboo se presentó al mundo, muy
oportunamente en otoño de 1988.
Para empezar, llama la atención
el formato elegido: un libro de más de 100 páginas encuadernado en tapa blanda
con lomo. Además, cada historia viene precedida de una completa semblanza de
sus autores, y una detallada bibliografía. Para rematar, no solo cuenta con
unas horripilantemente atractivas portada y contraportada, sino que las guardas
interiores muestran otros dos dibujos, igualmente estupendos. Respecto al
continente, un merecidísimo 10.
¿Y en cuanto al contenido? Este
primer número desde luego sorprende por su decidida voluntad de pisar terreno
virgen, apostando por una crudeza y una incomodidad inéditas en el comic
mainstream norteamericano. Además, la selección ofrecida es ciertamente sólida,
ya que salvo un par de historias la calidad es muy elevada: Clive Barker nos
regala un acertado prólogo coronado con sus propios y turbios dibujos, Alan
Moore nos trae en Come on down un
relato delirante, a medio camino entre Videodrome y la ruleta de la fortuna
(como suena), Bissete contribuye con Cottonmouth, historia de venganza
sobrenatural muy desagradable, ya publicado en forma embrionaria en la
antología de culto Gore Shriek y que dio pie a un buen cortometraje que aún hoy
puede disfrutarse en Youtube.
Charles Vess y su Scarecrow mezcla a partes iguales
delicada fantasía y feroz horror. Contagious
de Carles Burns supone el imprevisto germen (dicho sea sin dobles intenciones…
o tal vez sí) de la Obra Maestra Agujero Negro. Eddie Campbell nos trae un caso
de la crónica criminal australiana servido con un irresistible humor negro.
Keith Giffen nos demuestra cuanto disfrutó de la cronenbergniana Vinieron de dentro de… en su cuento Chigger and the man y Chester Brown y su Late night snack os dejará, literalmente, jodidos. Cable por su parte no pasa de ser la
típica historia de habitación embrujada, aunque su lectura tiene cierto
embrujo, valga la redundancia.
Y la guinda del pastel es Throat Sprocket. Curioso que sea la
historia más perturbadora de toda la antología cuando es de las pocas en las
que no muere nadie. Un relato desasosegante y de pertinaz fetichismo que narra
la naciente obsesión de un pobre diablo por las gargantas femeninas a partir del
visionado de una oscura película grindhouse (que se nos muestra con sus rayitas
ad hoc y todo). Una joya de insoportable tensión sexual.
Además reseñar que los 4 primeros
números fueron autoeditados por el propio Bissette a través de su editorial
Spiderbaby Comix, hecho que le provocó no pocos quebraderos de cabeza y
problemas financieros.
Cínicamente, El Blog Sucio les
desea felices sueños, y esperan contar con su compañía el lunes que viene con Taboo 2: La polémica está
servida.
¡Nos leemos!
¡Nos leemos!
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